Eso siempre decía mi abuela. Es una vieja costumbre, que perdemos, porque ahora mismo, no sembramos... conseguimos todo, a base de cabezonería.
Ayer, lloré y lloré... Mi chico, me consolaba.
Me decía, todo va a salir bien.
Hoy me llamaron de dos trabajos, y hoy tengo una entrevista.
Con lo que esta semana la tengo completa.
Viene mi perrita, y tengo 3 oportunidades.
Y a mi vera, aquella ramita de romero.
Hoy es otro día, despejado y claro.
Pienso que lo voy a conseguir, que por fin seré feliz.
Despacito, con un poquito de ilusión.
Esta vez necesito ser lince, sacar todo lo mejor de mi.
Demostrar, todo lo que sé... humilde, pero demostrar que soy yo, lo que buscan.
Ojalá tenga está vez, no suerte, sino que realmente sea mi recompensa, y lo que me merezco.
Porque he aprendido, que la suerte para tener trabajo, te alegra un instante, pero te come por dentro, cuando vees la realidad, y te arrepientes.
He aprendido, a no tirarme de cabeza, por miedo a no poder pagar mi casa.
He aprendido, que lo bueno se hace esperar, y que lo importante es estar en un trabajo que te guste, que te dejen trabajar, y que los compañeros sean compañeros, y no enemigos.
No sé si esta vez encontraré lo que me propongo, pero por lo menos, quiero intentarlo.
Espero, que por fin, pueda conseguir sonreir, y olvidarme de las lágrima laborales, disfrutar de mi casa, de mi Can, de mis mustelidos, y sin olvidarme de lo más importante, mi chico, único y especial.
Os dejo con una canción que me ayuda a levantar la cabeza.